Lo sospechoso de las soluciones es que cuando se requieren, se encuentran.
Sólo se puede empoderar incitando al sarcasmo.
Sólo se puede corroer escupiendo sobre todo discurso, sobre toda ideología.
La emancipación está en las preguntas y no en las respuestas.
Sólo se puede empoderar incitando al sarcasmo.
Sólo se puede corroer escupiendo sobre todo discurso, sobre toda ideología.
La emancipación está en las preguntas y no en las respuestas.
¿Qué busco en este blog? Sólo dar un paseo sinuoso por las palabras que despabilan... quizá en algún momento alcancen sistematicidad y pueda pasear, entonces, con consecuencia por la praxis. A veces las ideas coagulan, requieren extirparción...
Quiero comenzar por Diógenes, bastardo de Antístenes. ¿La fuente? El otro Diógenes, el de Laertes:
Observando cierta vez un niño que bebía con las manos, arrojó el cuenco que llevaba en la alforja, diciendo: “Un niño me superó en sencillez”.
A los que le aconsejaban salir en persecución de su esclavo fugitivo, les replicó: "Sería absurdo que Manes pudiera vivir sin Diógenes y Diógenes, en cambio, no pudiese vivir sin Manes".
“No serás enteramente feliz hasta que tu criado te suene también las narices, lo que ocurrirá cuando hayas olvidado el uso de tus manos”.
Mientras Anaxímenes peroraba, Diógenes comenzó a esgrimir un pescado. Irritado aquél, Diógenes concluyó: “Un pescado de un óbolo desbarató el discurso de Anaxímenes”.
Mientras Platón definía al Hombre como un "bípedo desplumado", Diógenes arrojó una gallo al que le había arrancado todas las plumas, diciendo: "Éste es el Hombre de Platón".
“Hay que tener cordura para vivir o cuerda para ahorcarse”.
En otra ocasión, gritó: “ ¡Hombres a mí!” Al acudir una gran multitud les despachó golpeándolos con el bastón: “He dicho hombres, no basura”.
Estaba en una ocasión pidiendo limosna a una estatua. Preguntándole por qué lo hacía, contestó: “Me ejercito en fracasar”.
"¿Por qué –se le preguntó- la gente da dinero a los mendigos y no a los filósofos?” “Porque –repuso- piensan que, algún día, pueden llegar a ser inválidos o ciegos, pero nunca filósofos.”
Un día estaba Diógenes comiendo un plato de lentejas. En ese momento llegó Aristipo, filósofo que trabajaba para el rey, quien le dijo: "Mira, si tu trabajaras para el rey, no tendrías que comer lentejas". Diógenes le contesto: "Si tu comieras lentejas, no tendrías que trabajar para el rey".
Dicen que Diógenes caminaba por las calles de Atenas con una lámpara encendida a plena luz del día. Cuando alguien le preguntaba por qué tenia la lámpara prendida, él contestaba: "Busco algún hombre honesto".
Alejandro Magno, al ver a Diógenes, le dijo: “Pídeme cualquier deseo”, a lo que Diógenes replicó: "Muévete, que tapas mi sol”.
A los que le aconsejaban salir en persecución de su esclavo fugitivo, les replicó: "Sería absurdo que Manes pudiera vivir sin Diógenes y Diógenes, en cambio, no pudiese vivir sin Manes".
“No serás enteramente feliz hasta que tu criado te suene también las narices, lo que ocurrirá cuando hayas olvidado el uso de tus manos”.
Mientras Anaxímenes peroraba, Diógenes comenzó a esgrimir un pescado. Irritado aquél, Diógenes concluyó: “Un pescado de un óbolo desbarató el discurso de Anaxímenes”.
Mientras Platón definía al Hombre como un "bípedo desplumado", Diógenes arrojó una gallo al que le había arrancado todas las plumas, diciendo: "Éste es el Hombre de Platón".
“Hay que tener cordura para vivir o cuerda para ahorcarse”.
En otra ocasión, gritó: “ ¡Hombres a mí!” Al acudir una gran multitud les despachó golpeándolos con el bastón: “He dicho hombres, no basura”.
Estaba en una ocasión pidiendo limosna a una estatua. Preguntándole por qué lo hacía, contestó: “Me ejercito en fracasar”.
"¿Por qué –se le preguntó- la gente da dinero a los mendigos y no a los filósofos?” “Porque –repuso- piensan que, algún día, pueden llegar a ser inválidos o ciegos, pero nunca filósofos.”
Un día estaba Diógenes comiendo un plato de lentejas. En ese momento llegó Aristipo, filósofo que trabajaba para el rey, quien le dijo: "Mira, si tu trabajaras para el rey, no tendrías que comer lentejas". Diógenes le contesto: "Si tu comieras lentejas, no tendrías que trabajar para el rey".
Dicen que Diógenes caminaba por las calles de Atenas con una lámpara encendida a plena luz del día. Cuando alguien le preguntaba por qué tenia la lámpara prendida, él contestaba: "Busco algún hombre honesto".
Alejandro Magno, al ver a Diógenes, le dijo: “Pídeme cualquier deseo”, a lo que Diógenes replicó: "Muévete, que tapas mi sol”.
2 comentarios:
siempre tan "enrevesado" para escribir ...
tus manifiestos deberían ser más "escudriñables" para el grueso público... jaja, están buenos los links y todo lo demás, hasta la foto no es tan lolera... sigue escribiendo eso si po
Jajaja... hablando de "enrevesado", todavía estoy traumado con Mulholland Drive... al doblar la esquina, abrir la puerta del patio, mirarme al espejo en penumbras... mi vida cotidiana se tornó insufrible...
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